Daño psicológico, trauma e informe por un accidente

Cuando una persona vive un evento traumático, al igual que pueden desarrollarse consecuencias físicas muy distintas entre dos personas que viven el mismo evento, lo mismo ocurre con el daño psicológico. De manera general, un trauma es una situación que ocurre de manera repentina y que entraña un peligro a la persona que lo vive, abrumándola a nivel psicológico, físico y económico (Figley, 1985).

Los eventos traumáticos pueden ocurrir tanto a nivel individual (accidente de tráfico, muerte repentina de un ser querido…) o bien a nivel colectivo (terremoto, inundación…), afectando a comunidades enteras. En este último caso, no solo las consecuencias psicológicas y físicas son dramáticas, también las económicas.

Ante este tipo de situaciones, Gaborit (2006) sugiere que las personas pueden reaccionar de dos maneras diametralmente opuestas. Por un lado, encontramos a las personas que reaccionan con un alto grado de aturdimiento, cayendo en un estado de shock, y perdiendo el sentido de la orientación, el tiempo y hasta de su propia identidad. Otro tipo de reacción a este tipo de eventos es mediante la manifestación de una elevada ansiedad, la cual puede aportar energía a la persona a la hora de las tareas de rescate, ignorando riesgos importantes hacia su integridad física.

Después de estas reacciones a un accidente en este ámbito, las personas que experimentan este tipo de eventos tienen más riesgo de sufrir daño psicológico. De manera pionera, Horowitz (1976) propuso dos reacciones iniciales centrales tras un trauma: la evitación o la re-experimentación del mismo. Estas respuestas pueden presentarse a distintos niveles (cognitivo, afectivo, de conducta o fisiológico) (Carlson, 1997). Asimismo, existen síntomas asociados a la evitación del trauma, como amnesia, insensibilidad emocional o evitación de situaciones relacionadas con el trauma, o que produzcan una re-experimentación del mismo mediante ansiedad, pensamientos intrusivos o conductas agresivas, por ejemplo.

Es más, numerosos estudios señalan un aumento de síntomas psicológicos en estos accidentes o traumas. Esto se asocian a la depresión, baja autoestima, trastornos en la identidad, dificultades en las relaciones interpersonales, y sentimientos de vergüenza y culpabilidad. Las personas reaccionan de manera adaptativa a este tipo de eventos, sin embargo, el desarrollo de daño psicológico puede llegar a patologizarse y a extenderse en el tiempo, llegando a causar secuelas psicológicas, afectando a la vida de la persona afectada a diferentes niveles (académico, laboral, personal, relacional, etc.).

Los psicólogos Forenses del Instituto de Psicología Forense está especializados en el desarrollo de informes de secuelas psicológicas, pudiendo aportar asesoramiento individualizado sobre su caso. Infórmese sin compromiso sobre los informes de daño psicológico y/o de secuelas y estudiaremos su caso de manera gratuita.

Referencias

Carlson, E. B. (1997). Trauma assessments: A clinician’s guide. Nueva York: Guilford.

Figley, C. R. (1985). Trauma and its wake: Traumatic stress theory, research and intervention. Nueva York: Brunner/Mazel.

Gaborit, M. (2006). Desastres y trauma psicológico. Pensamiento psicológico2(7).

Horowitz, M. J. (1976). Stress response syndromes. Northvale, NJ: Jason Aronson.

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